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Lo que embellece al desierto es que en alguna parte
esconde un pozo de agua.

Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.

domingo, 8 de septiembre de 2013

La escritura

La escritura primitiva sirvió como elemento más complejo en el intento del Hombre por conocer los misterios que la vida diaria le deparaba. Antes habían sido las pinturas en las paredes de las cavernas. Entre estos dos puntos históricos median miles de años.
Al principio, el conocimiento general de las cosas pertenecía a una élite gobernante y la escritura no escapaba a esta regla. Quienes aprendían ese arte misterioso eran elegidos y tenían la suma del conocimiento y el respeto, la admiración y el temor de los no iniciados.
El papiro, las pieles de oveja, vaca, etc., el papel fueron hitos dentro del progreso que los contenía. 



Durante la Edad Media, los conventos eran grandes centros de copiado de textos importantes de escritores contemporáneos o antiguos, europeos o asiáticos. Llevaba meses copiar un solo volumen y se hacía por encargo de reyes y gobernantes y para enriquecer la propia biblioteca monacal.
Con el invento de la imprenta se democratizó el conocimiento. Se hizo imperioso aprender a descifrar esos caracteres raros que conformaban la lengua. El propio idioma comenzó a regularizarse y a tener sus palabras una continuidad en tiempo y espacio. Con el tiempo, cada vez más personas aprendían a leer y escribir.
Debe haber sido sumamente excitante vivir en aquellos días. Para la humanidad, que no tenía registros de semejantes aprendizajes, comenzaba una era nueva. Posiblemente haya sido un avance en términos históricos más importante que lo que hoy representa el aprendizaje de nuevas herramientas.
El hecho de usar de habilidades propias de nuestro propio cerebro para descifrar un escrito no es hoy tan novedoso como lo fue en su momento.
Con el aprendizaje de la lecto-escritura se produce una expansión del pensamiento que no tiene comparación con otros aprendizajes. Es una herramienta que permite conocer y utilizar otros instrumentos.
La consecuencia inmediata de este avance es el libro, ese objeto hoy tan depreciado y poco usado.
Nuestra sociedad pasa por un estadío de incertidumbre gracias a la incorporación a la fuerza de nuevas tecnologías que han reemplazado costumbres y hábitos formativos antes que éstos pudieran arraigarse. La lectura reflexiva y comprensiva de otras épocas ya casi no existe; tanto la televisión como internet y sus propios lenguajes la han reemplazado. La situación actual de la educación como sistema da como resultado la fabricación en serie de personas preparadas para nada. Sólo el espíritu de superación de muchos egresados y el apoyo de las familias puede lograr, con mucho más esfuerzo que el que se querría, que los mismos obtengan algún título terciario o universitario.
Si dejamos que nuestros hijos desprecien la lectura, no tardará mucho el día en que unos pocos tengan la suma del conocimiento, sean elegidos y tengan el respeto, la admiración y el temor de los no iniciados.


 C.G.D.G.

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