Démosle una oportunidad a la Cultura

Dijo José Manuel Estrada (*), en 1890:
«Veo bandas rapaces, movidas de codicia, la mas vil de todas las pasiones, enseñorearse del país, dilapidar sus finanzas, pervertir su administración, chupar su sustancia, pavonearse insolentemente en las mas cínicas ostentaciones del fausto, comprarlo y venderlo todo, hasta comprarse y venderse unos a los otros a la luz del día.»
«Veo más. Veo un pueblo indolente y dormido que abdica de sus derechos, olvida sus tradiciones, sus deberes y su porvenir, lo que debe a la honra de sus progenitores y al bien de la posteridad, a su estirpe, a su familia, a sí mismo y a Dios. Y se atropella en las Bolsas, pulula en los teatros, bulle en los paseos, en los regocijos y en los juegos, pero ha olvidado la senda del bien, y va a todas partes, menos donde van los pueblos animosos, cuyas instituciones amenazan derrumbarse carcomidas por la corrupción y los vicios.»
«La concupiscencia arriba y la concupiscencia abajo… Eso es la decadencia… Eso es el final.»

Estrada era un activista católico que en su momento se opuso a la primera ley de educación nº 1420 de 1884, de enseñanza pública, gratuita y obligatoria, que estableció la escuela pública laica. También se opuso y representó la opinión del pensamiento católico, contra la ley de matrimonio civil sancionada en 1888.

Dejando de lado las preferencias confesionales de cada uno, incluso de quien esto escribe, es preocupante que una visión de la sociedad que tiene más de 120 años siga teniendo bastante actualidad.
Tal vez las inconstantes políticas culturales y de educación que han sido aplicadas formen parte del problema, o sean, directamente, el origen.
  Nos pasamos horas discutiendo sobre la solución a los problemas de pobreza e inseguridad y siempre apuntamos a la distribución de la riqueza como regulador de las diferencias sociales.

Tener y Ser

 Erich Fromm planteó la gran diferencia que existe entre perseguir las satisfacciones materiales o tratar de encontrar las espirituales.
Sin una base espiritual sólida no puede haber una mejor distribución de la riqueza, no puede haber una sociedad más justa. Esto es, en pocas palabras, lo que Fromm expone en su ensayo.
Como individuos y como sociedad debemos elegir entre las dos opciones. Creo firmemente que si pensáramos en la próxima generación y el Estado se tomara en serio el problema, aparentemente insoluble, de nivelar las diferencias, podrían implementarse políticas a largo plazo.
Yo apostaría a reforzar fuertemente el área de Educación y Cultura. Por un lado, el espacio tradicional de aprendizaje, la Escuela, les da a los individuos las herramientas necesarias para desarrollar las propias expectativas profesionales. Esto es así aún teniendo en cuenta que las clases o las regiones menos beneficiadas van a necesitar un apoyo extra. No es lo mismo estudiar en el Nacional de Buenos Aires y luego realizar la carrera en la Universidad de Buenos Aires, que hacerlo en el interior y viajar tal vez 1.000 km para asistir a una Facultad. 
Paralelamente, las políticas culturales deben apuntar a dotar de sensibilidad y sentido extra a nuestras vidas. Creo que nos merecemos algo más que trabajar ocho horas diarias de Lunes a Viernes o Sábado para el asado del Domingo. 
No hay razones que impidan el crecimiento personal a través del aprendizaje que puede darse en espacios artísticos vinculados a las artes visuales, la literatura o la música. Y si ampliamos el listado vamos a encontrar cientos de ítems portadores de cultura en los que el ciudadano común, el trabajador, el desempleado,  viva en un barrio exclusivo o no, puede incursionar para superarse y mejorar la sociedad.
Hemos probado con todo tipo de medidas: nacionalización de la economía, privatización de la economía. Dólar regulado, dólar libre.
Relaciones carnales con EEUU, relaciones carnales con Venezuela.
Privatización de YPF, nacionalización de YPF, semi privatización de YPF.
Futbol para pocos, Fútbol para un poco más que unos pocos.
Aduanas paralelas, fronteras cerradas.
En fin, estas y otras cientos de medidas contrapuestas a lo largo de nuestra historia y todas con dudoso (y muchas veces nulo) éxito. Y todas con un enfoque económico. 
En ninguna de ellas se apunta al desarrollo integral del ser humano que sólo una buena educación y políticas culturales concretas pueden brindar. Ya las probamos a todas y seguimos como en 1890, según Estrada.

¿Y si probamos con la Cultura, a ver qué pasa?

César G. De Gerónimo

(*)José Manuel Estrada (Buenos Aires, Argentina, 13/07/1842 - Asunción, Paraguay, 17/09/1894)  escritor, político y educador.