Bienvenidos a El Almacén

Lo que embellece al desierto es que en alguna parte
esconde un pozo de agua.

Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.

miércoles, 12 de febrero de 2014

La foto salió movida - Julio Cortázar

Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave,
puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía de teléfonos llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo está algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para qué. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té que mira y examina mucho antes de beber no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.





En el 2004, a 90 años del nacimiento de Julio, escribí este artículo que, casualmente, tiene el mismo título de varios que han aparecido por estos días.

Queremos tanto a Julio

El 4 de agosto de 1914, nace accidentalmente en Bruselas Julio Cortázar, siendo su padre agregado de la embajada en Bélgica. A los cuatro años viene a la Argentina en donde comienza a estudiar magisterio. Quienes lo conocieron aseguran que era solitario e introvertido.
Su carrera literaria se inicia con el poema dramático en prosa Los Reyes (1949), obra en la que aparece su tema favorito: lo monstruoso y lo bestial. En 1951 elige a París como su lugar de residencia y es allí donde ven la luz Bestiario, Final de juego (1956), Las armas secretas (1959), Historias de Cronopios y de Famas (1962) y otras. Todos ellos, libros de narraciones en los que el tratamiento de lo ordinario y cotidiano se ve elevado de una manera mágica hacia lo fantástico y misterioso. Al libro Los premios (1961) siguió Rayuela (1963), novela experimental en la que propone al lector una novedosa lectura basada en un complejo sistema de numeración de los capítulos permitiéndole “re-escribir” la novela. Este sistema ya había sido anticipado en su relato Las babas del diablo.
Su calidad literaria se perfiló cada vez más como uno de los definitivos valores de la literatura hispanoamericana. Sus últimas obras fueron: Todos los fuegos, el fuego (1966), 62 Modelo para armar (1968), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda (1980), Deshoras (1983).
Junto a la falta de prejuicios a la hora de tratar cualquier tema (por escabroso que fuera) hay en la obra de Cortázar un gran sentido del humor, una gran capacidad de observación de la realidad corriente y del comportamiento habitual del ser humano y un tierno afecto por las desgracias humanas. Estas cualidades dan a sus obras una calidad no solamente bella en la forma, sino entrañable y llena de calor humano.
Los ensayos políticos también lo tuvieron como autor: Dossier Chile: El libro negro (1976), Nicaragua, tan violentamente dulce (1984), en defensa del régimen sandinista, y Argentina: años de alambradas culturales (1984).
Julio Cortázar es uno de los más bellos e importantes protagonistas de la literatura. Su propuesta es a la vez enriquecedora y precursora. Es difícil salir indemne de la lectura de cualquiera de sus obras: con tristeza, con melancolía, con disgusto, con alegría, con humor; nunca indiferente.
Algunos aseguran que Cortázar murió en París el 12 de febrero de 1984. Tal vez sea por eso que el 2004 ha sido denominado el Año Cortázar, ya que Julio cumple 90 años y, teóricamente, 20 años de su muerte.
No sería insensato pensar que, a fuerza de inventar tantos cruces entre la realidad y la imaginación, Julio en realidad vive. Tal vez como un ignoto oficinista viajando en subte o haya sido premiado y descanse en una isla remota, o esté jugando bromas en algún velorio...
Sea lo que fuere, Julio es un auténtico cronopio, y los cronopios (como todo el mundo sabe), nunca mueren.



César Gustavo De Gerónimo

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