Bienvenidos a El Almacén

Lo que embellece al desierto es que en alguna parte
esconde un pozo de agua.

Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.

martes, 7 de enero de 2014

La Sociedad de los Senderos que se bifurcan



Las cuatro manzanas de la plaza Libertad tienen en su origen, además de una amplia variedad forestal y floral, un diseño que incluye estatuas, glorietas, bancos, farolas, etc.
Para poder disfrutar de esos árboles y glorietas se trazaron senderos que conducen al paseante por curvas suaves y artísticas.  


 


El hecho de intentar cruzar una de esas plazas utilizando uno de esos senderos, incluye la aceptación de su propio recorrido sin necesidad de “cortar camino” para llegar más rápido. ¿Llegar más rápido adónde? Si estamos paseando, disfrutando del aire fresco que nos brindan los generosos árboles o del aroma tranquilizador de los tilos, del canto de los pájaros ¿para qué apurarnos?
Sucede que con el apuro de  estos tiempos, la pobre educación y la falta de respeto por los espacios públicos, esos senderos han sufrido modificaciones y, como en otras esferas de la vida social, se han aceptado por su uso cotidiano, ya no por su utilidad (que no la tienen).


Me resulta particularmente difícil de entender esa conducta social que lejos de pretender liberarse de estructuras o ataduras, simplemente no sigue las reglas porque desconoce su importancia. Da lo mismo tirar la basura en la vía pública, ensuciar una pared o caminar por encima del césped de una plaza. De todas maneras, los que lo hacen no van a ser genios el día de mañana simplemente porque se saltaron unas reglas para ellos inservibles.  Van a ser individuos sin reglas, nada más.



Como se aprecia en la fotografía, este es un sendero que no existía en el diseño original y que se abrió porque el paso constante de gente había ya estropeado el césped y, por lo tanto, era más fácil completarlo con  granza que volver a sembrar y tratar de convencer a la gente que camine por los senderos originales.
Lo curioso es que la gente no se conformó con ese segundo sendero y abrió otros dos.
Creo que nuestra sociedad se mueve creando nuevos senderos permanentemente.
Es una sociedad que se impone reglas y leyes que luego no cumple.
Una sociedad que está acostumbrada a reemplazar rápidamente los códigos porque, tal vez, en el fondo se da cuenta de que no sirve para nada plantearse códigos. Nadie los respeta y por eso hay que probar con otros. 



Si fuéramos inconformistas para crear, hablaríamos de una sociedad en permanente progreso.
En realidad creo que somos inconstantes y no creemos en la consistencia de las instituciones, las relaciones perdurables entre los integrantes de una sociedad, el respeto por las leyes y los códigos de convivencia.
No podemos esperar que venga un “salvador” a decirnos qué tenemos que hacer.
Tendríamos que volver a los valores básicos, a los senderos que estaban trazados antes de nuestra existencia y que por el uso diario, fuimos modificando. 


César G. De Gerónimo





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